miércoles, 7 de enero de 2009

TE VEO



















Te veo… acá y aya, todo el tiempo. En Creep Town… en la facultad, en el Cortazar… en la calle. Creo que es una de las pocas cosas buenas que tiene esta ciudad, el hecho de que no hace falta siquiera tomarse el trabajo de andar persiguiendo o espiando a alguien para cruzárselo constantemente, no hay muchos sitios a donde ir y no se necesita ser un enfermo para encontrar algo lindo cuando salgo a caminar. Perdido en la inconstante turbulencia de las calles llego a divisar algo que me imprima un cierto desconcierto, una expresión ambigua, inquietante, cuando te veo a un par de metros caminando, hablando de algo de lo que jamás voy a enterarme, inmersa en un mundo que me es tan ajeno, que hasta podría caérseme encima sin que yo lo notase.
Te veo, como te digo, en todos lados. Y alguna vez hasta creo haberte dirigido la palabra, aun que de un modo trivial y discontinuo, con la elegante impersonalidad que me presta la noche, para envolverme de certezas que desconozco, estallar con una luz intermitente, o pasar noches enteras mirándote desde algún rincón de un bar, donde el destino quiso que aparezcas nuevamente para tenerme pensando que podría decirte, o como podría encontrarme hablando de pronto con vos, sin tener que darle un inicio a todo eso, esperando tal vez decir algo elocuente, atractivo… o por lo menos oportuno. Sin detenerme en más posibilidades que esas… No puedo conformarme tan solo con no rozar la impertinencia, la noche es un lugar demasiado mediocre para aportarle sin gracia mi discurso, como si arrojase al vacío un cesto de bocetos mal logrados, pinturas de cartulina abolladas con desgano, o cualquier intento que cella desde un inicio, las expectativas de su propio fracaso…
Este es nuestro tiempo para dejar la saliva, crearnos un puente y avanzar hacia otro lugar. Para escribir con rabia un ensayo, soltarlo con fuerza y taparle la boca al mundo, tener un minuto de gloria, ver sus caras de asombro y desconcierto, y dedicarnos ya por siempre a otra cosa. Victimas de nuestros propios logros cargar con eso el resto del camino, o abandonar sin culpas todo lo que tenga gusto a oxido y correr como nenes hasta el final, con una sonrisa en la cara, plena y libre de cualquier alineación posible…
Como sea solo te veo… y me sumerjo en mi propio mar interno, donde comienzo a preguntarme para que salí de mi casa, si solo iba a saltar entre esas paredes bajitas que conforman mi laberinto interno… ingenuo… siempre me dejo ver el camino de salida seguro de que no voy a cruzarlo, no esta noche, el momento parece siempre ser … otro momento. La imprecisión de todas esas cosas me deja siempre algo inconcluso, resuelto a hacer algo glorioso en el momento menos pensado…

Pero los súper poderes nunca llegan… y la mañana se abre camino en la ventana para alejarme de todo ese nido de genios y borrachos. O a luz de día, sentado en una plaza
quisiera retratarte velozmente, sin perder un solo instante de la secuencia en la que solo cerras los ojos, parpadeas o prendes un cigarrillo.
¿Dibujos animados en vivo?.. Si, puede que a luz de día siga esperando súper poderes. Pero lo advierto y dejo de tolerarlo, ya estoy grande para ese tipo de cosas, y aunque resulte molesto, realmente necesito usar mi cerebro para cosas mas útiles, si no a mi vida, por lo menos a alguna cosa. Así que voy nuevamente por la vida, a reemplazar la lucidez extrema de verte caminando por la calle por el automatismo insulso del resto del día. Pero no todo es tan malo, ni podría serlo en modo alguno, si odiara mi vida, creo que pocas cosas podrían evitar que la cambie, es solo que a veces todo me parece un gigantesco compendio de cosas insulsas, a veces siento que nada de lo que hago merece que realmente le preste un segundo de atención, momentos en que me pregunto “que pasaría si… ” compulsivamente y me entretengo preguntando sin arriesgar algún atisbo de respuesta. Cuando solo me paro en la sima de un acantilado con un pasado atrás y un enigma adelante sintiendo que ese instante podría ser eterno, momento que coincide inevitablemente con las fracción de mi tiempo… en que por alguna razón azarosa, o por que el destino lo quiso, o por que esta ciudad es chica y no hay manera de esquivarte… estas ahí… y yo te estoy mirando.